La casa y la identidad en La casa en Mango Street
By Molly Timmerman '18
SPAN-487: Senior Seminar in Hispanic Literature and Culture
Frequently included in secondary Spanish and English language curricula, Sandra Cisneros’ short novel The House on Mango Street centers on a young Chicana protagonist who narrates the day-to-day happenings of her Chicago neighborhood. Molly’s analysis tackles the relationship between home and belonging in the work, with a particularly sustained focus on the role education plays in breaking the cycle of poverty, especially for women. Molly’s critical reading of the work contextualizes it properly in a United States of the 1980s, while attempting to trace its trajectory to the present as well. Her overall organization, development of supporting paragraphs, seamless use of primary and secondary sources and appeal to humanities and social science research amplifies her argument and helps us see the enduring relevance of this work.
– Kathy Korcheck
La Casa en Mango Street de Sandra Cisneros es narrada por una joven chicana llamada Esperanza. Durante la historia, Esperanza tiene doce o trece años y vive en Chicago, en un barrio pobre con muchos otros latinos. Además, Esperanza es una estadounidense de primera generación, cuyos padres vinieron de México (Cisneros 28). A lo largo de la historia, Esperanza siente una sensación de desconexión entre su realidad y sus metas en la vida. Esta desconexión se simboliza en La Casa en Mango Street por la casa de sus sueños y su situación real en Mango Street.
Cisneros utiliza el contraste entre la realidad y la idealización del hogar para desarrollar el sentido de pertenencia de Esperanza en el barrio y formular la identidad de Esperanza. Además, Cisneros usa la identidad cambiante de Esperanza para demostrar la marginación que muchos chicanos de primera generación enfrentan en los Estados Unidos. Por último, la educación es la opción más viable para que Esperanza haga realidad sus sueños; Cisneros ofrece la educación como la solución al ciclo de la pobreza en los Estados Unidos, especialmente en la comunidad latina.
Aunque La Casa en Mango Street fue escrita en la década de los 80, los latinos de primera generación se enfrentan a muchos de los mismos problemas que tenían cuando salió la novela. En la década de los 80, la tasa de graduación de la escuela secundaria para los latinos era solo alrededor de 40%, mientras que hoy esa tasa ha aumentado a aproximadamente 73% en 2013, pero sigue siendo la más baja entre los grupos demográficos. También el ingreso familiar promedio aumentó de $36,751 en 1980 a $44,800 en 2015 (Flores, et. al). Por último, la tasa de pobreza de los latinos se redujo del 23.2% en 1980 al 21.9% (Flores et al.). Tanto la tasa de graduación de la escuela secundaria como el ingreso familiar medio están por debajo del promedio nacional. Estas cifras no parecen ser significativas, pero muestran que los latinos están en desventaja en los Estados Unidos. Con menos educación, los latinos ganan menos dinero en promedio y trabajan en empleos que tienen menos beneficios. Los latinos también se instalan a menudo en vecindarios de bajos ingresos como el barrio en La Casa en Mango Street.
Antes de que comience la novela, la infancia de Esperanza se caracterizó por mudarse de hogares. Esperanza comenta, “No siempre hemos vivido en Mango Street. Antes vivimos en el tercer piso de Loomis, y antes de allí vivimos en Keeler. Antes de Keeler fue en Paulina y de más antes ni me acuerdo” (6). Esperanza explica que la casa en Mango Street “es nuestra y no tenemos que pagarle renta a nadie,” pero la casa está muy lejos de las que Esperanza había imaginado, incluso si su familia es dueño de la propiedad. La casa en Mango Street está en un mal barrio. Esperanza comenta que “los que no saben llegan a nuestro barrio asustados. Creen que somos peligrosos” (15). Además, la casa “es pequeña y roja…y los ladrillos se hacen pedazos en algunas partes” y se convierte en una fuente de vergüenza para Esperanza cuando una monja le pregunta dónde vive y la monja responde “¿Vives allí?” (6-7). La combinación de la fealdad de la casa con la reputación del barrio crea una sensación de vergüenza en Esperanza.
Esperanza se avergüenza cada vez más de su hogar real y comienza a soñar con “una casa que sea mía. Con mi porche y mi almohada, mis bonitas petunias” (47). La casa de los sueños de Esperanza es modesta para la mayoría de los estadounidenses, pero para ella, es un hogar con “agua corriente y tubos que sirvieran, Y escaleras interiores propias, como las casas de la tele” es una enorme mejora de su situación actual (6). Tener una bonita casa se convierte en un símbolo de éxito en los Estados Unidos para Esperanza.
A medida que avanza la historia, queda claro que Esperanza no encaja en su vecindario. Ella comienza a sentirse como una extraña en su propio barrio con otros chicanos (Betz 22). Esperanza tiene grandes expectativas y necesita salir de Mango Street para lograr esos objetivos. Para Esperanza, lograr la casa de sus sueños es la máxima señal de independencia. Muestra que obtuvo un trabajo estable y una buena educación (Martin 62-3). Además, revela que no tuvo que depender de un hombre para lograr sus objetivos.
Al comienzo de la historia, Esperanza es una chicana joven que acaba de mudarse a un barrio mayormente latino. Ella lucha por encajar, pero finalmente se hace amiga de otros niños. Sin embrago, a medida que Esperanza crece, descubre que no es similar a otras personas de su edad. Otros jóvenes latinos de su barrio, especialmente mujeres, parecen renunciar a su destino, sus sueños y sus metas cuando no pueden escaparse de la realidad. Sin embargo, lo opuesto es cierto para Esperanza. En lugar de renunciar a sus sueños para sí misma, como una casa bonita y un futuro estable, y convertirse en esposa, madre, o trabajadora doméstica, Esperanza se da cuenta de que debe cambiar su realidad para alcanzar su futuro.
A pesar de haber compartido experiencias culturales de su infancia con muchas personas en su barrio, Esperanza se siente como una extraña. Ella continuamente se siente dividida entre las raíces chicanas y americanas (Betz 24). Esperanza menciona que ella heredó el nombre de su abuela y que “En inglés mi nombre quiere decir esperanza. En español tiene muchas letras. Quiere decir tristeza, decir espera. Como el número nueve” (Cisneros 8). Sin embargo, Esperanza está decidida a no “heredar su lugar junto a la ventana” (9). De esta manera, Esperanza es separa inmediatamente del típico ejemplo de modelos femeninos disponibles para Esperanza.
A lo largo de la historia hay muy pocos modelos femeninos para Esperanza. Dentro de su vecindario hay un camino claramente definido para las mujeres. Típicamente, las chicas en el barrio de Esperanza están “atrapadas” por ser esposas y madres como la abuela de Esperanza y Minerva, la vecina cuyo marido la abusa y la abandona (Roszak 63). Además, muchas de las chicas a las que conoce Esperanza pasan de tener un padre abusivo y controlador a tener el mismo tipo de marido o novio como Sally. Esperanza se da cuenta desde el principio de que no quiere tener que depender de un hombre para tener éxito y comienza a identificarse como una protectora para sus amigas. Cuando Esperanza encuentra a Sally siendo acosada por los chicos para un beso, Esperanza intenta detenerlos hasta que se da cuenta de que Sally no quiere ser salvada (43-4). Este momento es importante para el desarrollo de la identidad de Esperanza. Esta es la primera vez que Esperanza realmente siente que no pertenece o no comprende a las personas que la rodean. Esperanza se da cuenta de que debe mirar más allá de su pequeño mundo para la inspiración.
Además, muchas mujeres del barrio lamentan haberse resignado en lugar de perseguir sus sueños cuando eran jóvenes. La madre de Esperanza en particular parece arrepentirse de no haber intentado en la escuela porque “pued[e] haber sido alguien, ¿sabes?” (41). Mientras que la madre de Esperanza no está tan atrapada como otras mujeres en el barrio, reconoce que no ha estado a la altura de su potencial. En muchos sentidos, la madre de Esperanza enfrenta los mismos desafíos que Esperanza. Su mamá dejó la escuela porque “no tenía ropa bonita” y sabe que “la vergüenza es mala cosa” (41). De manera similar, Esperanza tiene el mismo obstáculo porque está avergonzada de vivir en Mango Street, pero Esperanza acepta la vergüenza para alcanzar sus metas en lugar de permitir que la vergüenza la frene.
En la historia, hay otra mujer que se escapa de Mango Street. Alicia es una joven que asiste a la universidad y vive en Mango Street. Siempre le parece cansada a Esperanza porque viaja a clases al otro lado de la cuidad y hace los quehaceres con su tarea regular. Alicia se mantiene sola, lo que hace que las otras personas del barrio la vean como “esnob,” pero Esperanza ve la situación como si Alicia estuviera haciendo el trabajo necesario porque “no quiere pasar su vida en una fábrica o tras un rodillo de amasar” (16).
Esperanza enfrentará un dilema similar como Alicia. Ella está dividida entre dos mundos: un mundo donde va a la universidad y tiene éxito y otro en el que ha crecido. Para empeorar las cosas, ambos mundos parecen estar en desacuerdo. La gente de Mango Street lamenta que Alicia se avergüence de su comunidad y rompa normas, mientras que las probabilidades están en contra de Alicia en la universidad, donde debe lidiar con tener poco en común con sus compañeros y tener quehaceres y responsabilidades familiares además de la tarea regular. Esperanza se da cuenta de que la vida de Alicia es difícil, pero la inspira en lugar de asustar a Esperanza (15). A medida que avanza la historia, está claro que no hay modelos de rol perfectos para Esperanza y reconoce que debe ser la primera. Esperanza entiende que tiene que salir de Mango Street para alcanzar sus objetivos. No hay casas bonitas en Mango Street, así que debe irse literal y figuradamente para obtener la casa de sus sueños (Roszak 70-1).
Otras personas en el barrio comienzan a darse cuenta del potencial de Esperanza también. Mientras Esperanza lee su propio poema a su tía enferma, Lupe, esta última comienza a llorar al ver el potencial de Esperanza y le susurra “deb[e] continuar escribiendo. Te hará libre” (30). Además, cuando Esperanza comienza a ver su propio potencial, otras personas comienzan a verlo también en ella. Alicia y las tres hermanas le aseguran a Esperanza que tendrá éxito, pero también la advierten a Esperanza que no olvide su tiempo en Mango Street o la gente que está allí.
Durante la historia, Esperanza menciona que le gusta escribir historias y poemas. Su tía Lupe la insta a seguir escribiendo. Su madre le dice que “ve a la escuela, Esperanza. Estudia macizo” (42). Su padre la hace conseguir un trabajo para ayudar a su familia a pagar una educación privada en una escuela católica en lugar de asistir a una escuela secundaria pública porque “Papá dijo que nadie iba a la escuela el gobierno a menos que quisiera salir mal” (26). De esta manera, Cisneros ofrece una solución al ciclo de pobreza que enfrentan las personas en Mango Street y la pobreza en general en los Estados Unidos.
Aunque hay pocos modelos positivos para Esperanza, los modelos más notables son Alicia, la tía Lupe, y su madre y su padre. El único aspecto que estos personajes tienen en común es su aprecio para la educación. A medida que Esperanza comienza a darse cuenta de que no será feliz de establecerse en un lugar como Mango Street, estos personajes la animan a continuar su educación. Además, cuando Esperanza se convierte en su propia persona, se vuelve más ambiciosa en su búsqueda de sus objetivos. Los amigos que no tienen ambiciones similares en la vida desaparecen a medida que avanza la historia. Sally no puede ser salvada por Esperanza, se va, y se casa, mientras que las Vargas, Lucy, Rachel, y, hasta cierto punto, Nenny se mencionan cada vez menos hasta que se desvanezcan de las viñetas.
Se puede suponer que los personajes que se van de la vida de Esperanza continúan el ciclo de la pobreza en Mango Street, sin importar sus intenciones originales. De esta manera, Cisneros utiliza la identidad de Esperanza para sugerir que la mejor y posiblemente la única forma de terminar el ciclo es a través de la educación. En promedio en el año 2015, un graduado de la escuela secundaria en los Estados Unidos gana alrededor de $10,386 menos que aquellos que no se graduaron de la escuela secundaria como Sally. También, aquellos que abandonan la escuela secundaria experimentan la pobreza a una tasa de 30.8% mientras que aquellos con al menos un diploma escolar tienen una tasa de pobreza de 13.5% (Flores, et al). Las estadísticas continúan, mostrando que aquellos con más educación, de cualquier grupo demográfico, tienen mejores porvenires en la vida. En general, mientras más educación, mayor es el ingreso, mejor seguridad en el empleo, y más larga es la vida.
Al final de la historia, la cuestión no es si Esperanza logrará sus objetivos, sino lo que hará una vez que alcance. La respuesta a esta pregunta también cambia a lo largo de la historia. Al principio, Esperanza solo sueña con su casa perfecta. Ella quiere un hogar modesto, tranquilidad, y un hogar funcional para su familia (Cisneros 4-5). En el medio de la historia, Esperanza quiere escaparse de Mango Street a una casa con “nadie a quien amenazar con un palo. Nada que recogerle a nadie” (49). A medida que la identidad de Esperanza continúa desarrollándose, se siente más compasiva con quienes la rodean. Esperanza fantasea sueños infantiles acerca de tener “vagabundos en el ático” (41). Después de que Esperanza se da cuenta que no puede proteger a todos, Alicia le dice a Esperanza que tiene la responsabilidad de regresar por la gente que dejó atrás porque “te guste o no, tú eres Mango Street” (49). Aunque a Esperanza no le gusta la idea de regresar, reconoce que debe regresar por el bien de los demás.
El sentido de responsabilidad por los demás siempre era parte del carácter de Esperanza, que comenzó con la protección de su hermana menor, Nenny, para tratar de salvar a Sally. Naturalmente, la naturaleza protectora de Esperanza se aplica a Mango Street una vez que Esperanza madure. Siente la necesidad de ayudar a la gente porque “¿Quien lo va a hacer? No el alcalde” (49). Finalmente, al final de la historia, la misma pasión que llevó a Esperanza a poder partir de Mango Street, la obliga a regresar y ayudar a todos a subir con ella. Además, las tres hermanas instan a Esperanza, “cuando te vayas tienes que acordarte de regresar por los demás. Un circulo, ¿comprendes? Tú siempre serás Esperanza. Tú siempre serás Mango Street. No puedes borrar lo que sabes. No puedes olvidar quién eres” (48). La identidad de Esperanza ha cerrado el círculo. Es la forma de su identidad lo que lleva a Esperanza a irse, pero la autoconciencia que adquirió mientras vivía en Mango Street causa que Esperanza regrese.
La forma en que Mango Street ayudó a modelar la identidad de Esperanza es atípica en realidad. La mayoría de los estadounidenses de primera generación que crecen en barrios pobres como Mango Street no tienen éxito en el juego de la vida. Sin embargo, Sandra Cisneros diseñó cuidadosamente a Esperanza y Mango Street para la lucha que muchos latinos enfrentan en los Estados Unidos y dirigió la novela a lectores no latinos, así como ofrecer esperanza a lectores en una situación similar a la de Esperanza. Además, Cisneros utiliza a Esperanza para revelar que la mejor solución para terminar con el ciclo de la pobreza es la educación. Los personajes más fuertes y exitosos de La Casa en Mango Street le dan un alto valor a la educación y las estadísticas muestran que una mayor educación se correlaciona con una mejor calidad de vida. Finalmente, Cisneros utiliza la resolución de Esperanza para argumentar que las personas tienen la responsabilidad moral de ayudar a aquellos que no pueden ayudarse a sí mismos tan fácilmente como nosotros. Para Cisneros, no es suficiente que una persona escape de la pobreza. Las personas no deberían estar satisfechas hasta que todo el ciclo se detenga.
Works Cited
Betz, Regina M. “Chicana ‘Belonging’ in Sandra Cisneros’ The House on Mango Street.” Rocky Mountain Review, vol. 66, 2012, pp. 18–33.
Cisneros, Sandra. La Casa en Mango Street. Perio Libros, 2008.
Flores, Antonio, et al. “Facts on U.S. Latinos, 2015.” Pew Research Center: Hispanic Trends, Pew Research Center, 17 Sept. 2017.
Hernández-Nieto, Rosana, and Marcus C. Gutíerrez. “Mapa Hispano de los Estados Unidos 2017.” Informes del Observatorio, FAS-Harvard University, Nov. 2017.
Martin, Karen W. “The House (of Memory) on Mango Street: Sandra Cisneros’s Counter-Poetics of Space.” South Atlantic Review, vol. 73, no. 1, 2008, pp. 50–67.
Roszak, Suzanne. “Coming of Age in a Divided City: Cultural Hybridity and Ethnic Injustice in Sandra Cisneros and Veronica Roth.” Children’s Literature, vol. 44, 2016, pp. 61–77.